ma keri sa

Metida en esta bolsa, en esta bolsa de agua turbia, la luz se enciende y la mirada rompe tus filas.
La lluvia asoma, el cielo amenaza con su gris, violeta, punzó y  mi cuerpo, endeble carne castigada, no quiere salir de aquí, la bolsa se abre y no quiere salir de aquí, da miedo.
La boca se abre, respiras el aire nuevo del ser nacido, del ser en ignición y yo tocando bajo fondo me impulso y caigo, babosa gimiente, humedad constante, lluvia y charcos sin fin,
incorporate!

Y si salto sobre el capò hasta romperlo?
y si grito hasta quedar sin voz?
y si explotara el estadio cuando esta lleno?
lluvia àcida y yo, sin paraguas anticorrosivo.

Casa de barro, adoquines por piso y olor penetrante a humedad y vacío.
No quiero ser casa, no quiero guardarme.
Debajo de los adoquines hay pájaros queriendo volar,
puertas y ventanas cerradas.
No quiero ser pájaro golpeándome contra las paredes,
lastimado por no poder salir,
lastimado  por dejar entrar.
La casa no tiene techo, mis pájaros no lo saben, yo tampoco.

Latir

Llora, grita, carajea, escupe la mierda,
y nada calma sus ganas de arrancarse a tirones la piel que molesta,
la carne que traba la mano que quiere acariciar el corazón para calmarlo
y decirle que todo va a estar bien.

Encanto de baño

Pequeño, blanco, aseado.
Sutil cuadro de bandejas elegantes y el chirrido de la puerta al abrir.
Ojos.
No estamos solos, el frío de las paredes resbala por los dedos, por la espalda.
No estamos solos, y es verdad que nos atrae la noche.
No estamos solos ya alguien se acerca y entre risas,
se escucha la puerta chirriar una vez más.

shhhh no estamos solos...

El maleficio de la siesta

Una barca cargada de suplentes logra vencer la turba aglomerada de incestuosos reclamos, logrando adormecer a los presentes.
Al despertar y aunque hubiera parecido ser solo  un trámite, la chispa extinguida no daba lugar a palabras sordas en ojos vendados.
Y así fue como el partido terminó 1 a 1.

ellos y yo

Al que no llora y muere de tristeza, 
al que siente todo y pone cara de nada, 
al que simula desgracias para la tristeza ajena, 
al que se levanta, revienta el teléfono contra la pared y sigue adelante.
A ellos y a mi...
La felicidad se nos  escapa como agua entre los dedos.