Una barca cargada de suplentes logra vencer la turba aglomerada de incestuosos reclamos, logrando adormecer a los presentes.
Al despertar y aunque hubiera parecido ser solo un trámite, la chispa extinguida no daba lugar a palabras sordas en ojos vendados.
Y así fue como el partido terminó 1 a 1.
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